lunes, 15 de agosto de 2011

Editorial

“Podría hoy hablar del fin de un niño sin ideales”, cantaba el grupo guatemalteco Bohemia Suburba-na hace más de 15 años; y es de todos los fina-les posibles el que más nos agrada. Nos acercamos al fin de una era, según los calendarios de diversas civilizaciones, y es así por mucho que nuestra colo-nizada interpretación de la realidad nos impida ver con claridad.
El capitalismo como sistema económico social está sucumbiendo. Ha resultado ineficiente para solventar las necesidades de la mayoría y ha lleva-do al conjunto de la humanidad a utilizar de forma inadecuada e irresponsable sus recursos. Pese a lo esperanzador que resulta el mero vislumbrar del declive este sistema económico inviable e injusto, hemos de estar atentxs a los “daños colaterales” que esto supondrá para la población mundial y en especial para la más vulnerable.
El pretexto del terrorismo ha contribuido a justifi-car las guerras para apropiarse del petróleo, y las intromisiones en otros países por parte de Estados Unidos. No se respetan convenios, acuerdos, ni sistema organizado mundial alguno. Existen con-flictos abiertos que tienen como finalidad apropiar-se además de recursos acuíferos, minerales y bos-ques alrededor de muchos países en el mundo. Asimismo tildan de terrorismo, o eco terrorismo cualquier acción cuyo objetivo sea la defensa de especies animales a quienes se le vulneran sus de-rechos, se les sobreexplota o se les lleva a la simple extinción por causas banales e injustificadas. Otra etiqueta de terrorismo es la que se está acuñando desde algunos gobiernos, mientras es silenciado en los medios, a las iniciativas de internautas anóni-mos que divulgan información alternativa a los centros de poder convencionales e impulsan a través de las redes sociales el espíritu de rebeldía contra la sumisión, proponiendo organización, pro-moviendo manifestaciones globales para defender temas aparentemente locales que nos afectan a todos y cada uno de los y las ciudadanas del mun-
do, como pueden ser las represas de Monte Bello en Brasil o las represas de Hydroaysén en Chile.
Guatemala, históricamente, desde tiempos de Ma-nuel Estrada Cabrera, se ha prestado para servir a los intereses extranjeros, especialmente estadou-nidenses. El costo en diferentes aspectos ha sido muy amplio, con especial incidencia en lo político y social. Evidentemente no menos perjudicial ha sido para el medio ambiente, deteriorando los bos-ques, contaminado ríos y lagos. Destrozando pue-blos y culturas milenarias saqueando todo lo que nuestra Madre Tierra tiene dentro para luego des-echarlo.
En el actual proceso electoral no queda más que exigir a los maniquíes que tenemos co-mo candidatos y candidatas a que se aborden con seriedad el medio ambiente y el cambio climático, con políticas públicas y planes sustentables que logren armonizar una sana convivencia entre el ser humano y los recursos naturales; que sean modifi-cadas las leyes y que el Ministerio de Medio Am-biente sea más proactivo para que ese ridículo 1% que se cobra en concepto de regalía sea modifica-do y se tome más en cuenta las consultas popula-res y demás demandas sociales de la población. Sin restar la responsabilidad que tienen a los prin-cipales contaminadores del planeta, los países des-arrollados entre ellos Estados Unidos y China.
Es por ello que en la presente edición de la revista, se dedica a un tema que requiere más que aten-ción, solución. Diferentes aportes y vivencias rin-den tributo al medio con el cual crecimos y que cada día dañamos y desaparece, la naturale-za. Ojalá que cobre sentido algún día la frase de aquella antigua canción del grupo guatemalte-co Alux Nahual que decía: y aunque no llegó la in-dustrialización…. Tenemos llenas de flores… las pra-deras.

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